El músico rosarino cerró este miércoles los festejos por los 400 años de la UNC.

El telón final de los actos conmemorativos por los 400 años de la Universidad Nacional de Córdoba
(UNC) lo dio este miércoles a la noche el rosarino Fito Páez, quien
tocó para cerca de 10 mil personas que desafiaron el intenso frío frente
al Pabellón Argentina, en Ciudad Universitaria. Pero el músico sólo
estuvo 40 minutos en el escenario, acompañado por la Orquesta Sinfónica
Juvenil Nacional “Libertador José de San Martín”, de la ciudad de Buenos
Aires y dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación.
Cuando habían pasado apenas dos minutos de las 20, Fito arrancó un tranquilísimo concierto con un extracto corto del clásico Y dale alegría a mi corazón, hasta completar luego una grilla de ocho temas, incluido el cover Desarma y sangra, de su venerado Charly García.
Páez apareció en la gélida noche cordobesa con unos llamativos anteojos rojos y sobretodo negro que luego se quitó para vestir la misma campera (blanca y celeste, y con el característico sol de la Bandera argentina) que lucieron los integrantes de la Sinfónica Juvenil.
Ya
acompañado por la orquesta entera, uno tras otro pasaron Tumbas de la
gloria, Parte del aire (compuesta con Luis Alberto Spinetta en el disco
“La La La”), Un vestido y un amor –para los suspiros de las chicas– y
Mariposa technicolor, muy coreada por la gente.
Los escasos grados sobre cero de la temperatura que se registraba a esas horas cada vez penetraban más en los huesos de los emponchados concurrentes. Pero nadie se movió enfrente del escenario y a lo largo de la calle perpendicular al Pabellón Argentina. Bienvenidos mates calentaban a muchos de los jóvenes y universitarios que decidieron estar presentes en el convite de cierre de los cuatro siglos de vida de la Universidad Nacional de Córdoba.
Después sonaron los acordes de Al lado del camino, ya con un Páez acompañado solo por las melodías que interpretaba en su propio piano. Ahí nomás vino el Desarma y sangra de Charly y luego Yo vengo a ofrecer mi corazón. El octavo y último tema de la fría noche llegó demasiado rápido: Dar es dar. El reloj marcaba las 20.42 y Fito se despedía de los cordobeses con un “Gracias Córdoba una vez más, feliz cumpleaños”, en clara alusión a la UNC.
El público arengó a Fito para que interpretara otra canción, pero el rosarino los desairó y se retiró del escenario, instantes después de saludar a la multitud junto al director y creador de la Orquesta Sinfónica Juvenil, Mario Benzecry.
Un rato antes de que Fito Páez pisara el escenario, el grupo Choque Urbano desplegó una batucada impresionante a la que se sumó una inesperada murguera: la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien se animó a bailar a la par de los bombos y tambores ejecutados por los miembros del grupo. La mandataria fue un show aparte, casi una sorpresa para quienes miraban desde abajo.
Fito cobró alrededor de 400 mil pesos del Estado nacional por el fugaz concierto para el cual fue contratado. Por el festival del pasado 25 de Mayo y por otros cuatro recitales el rosarino había embolsado casi 2,2 millones de pesos, contratado por Cultura de la Nación.
Pero la gente que lo vio se quedó con gusto a poco. Quería algo más, además del frío que se aguantó. Y no lo tuvo.
Cuando habían pasado apenas dos minutos de las 20, Fito arrancó un tranquilísimo concierto con un extracto corto del clásico Y dale alegría a mi corazón, hasta completar luego una grilla de ocho temas, incluido el cover Desarma y sangra, de su venerado Charly García.
Páez apareció en la gélida noche cordobesa con unos llamativos anteojos rojos y sobretodo negro que luego se quitó para vestir la misma campera (blanca y celeste, y con el característico sol de la Bandera argentina) que lucieron los integrantes de la Sinfónica Juvenil.
Los escasos grados sobre cero de la temperatura que se registraba a esas horas cada vez penetraban más en los huesos de los emponchados concurrentes. Pero nadie se movió enfrente del escenario y a lo largo de la calle perpendicular al Pabellón Argentina. Bienvenidos mates calentaban a muchos de los jóvenes y universitarios que decidieron estar presentes en el convite de cierre de los cuatro siglos de vida de la Universidad Nacional de Córdoba.
Después sonaron los acordes de Al lado del camino, ya con un Páez acompañado solo por las melodías que interpretaba en su propio piano. Ahí nomás vino el Desarma y sangra de Charly y luego Yo vengo a ofrecer mi corazón. El octavo y último tema de la fría noche llegó demasiado rápido: Dar es dar. El reloj marcaba las 20.42 y Fito se despedía de los cordobeses con un “Gracias Córdoba una vez más, feliz cumpleaños”, en clara alusión a la UNC.
El público arengó a Fito para que interpretara otra canción, pero el rosarino los desairó y se retiró del escenario, instantes después de saludar a la multitud junto al director y creador de la Orquesta Sinfónica Juvenil, Mario Benzecry.
Un rato antes de que Fito Páez pisara el escenario, el grupo Choque Urbano desplegó una batucada impresionante a la que se sumó una inesperada murguera: la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien se animó a bailar a la par de los bombos y tambores ejecutados por los miembros del grupo. La mandataria fue un show aparte, casi una sorpresa para quienes miraban desde abajo.
Fito cobró alrededor de 400 mil pesos del Estado nacional por el fugaz concierto para el cual fue contratado. Por el festival del pasado 25 de Mayo y por otros cuatro recitales el rosarino había embolsado casi 2,2 millones de pesos, contratado por Cultura de la Nación.
Pero la gente que lo vio se quedó con gusto a poco. Quería algo más, además del frío que se aguantó. Y no lo tuvo.
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